El salto al aro, inspirado en la tradición acrobática china, cobra un matiz tribal gracias a la música de influencia africana al ritmo de la cual se desarrolla el número. Diez artistas masculinos se lanzan cual flechas y pasan por los aros de madera sujetos a una mesa; algunos de los aros permanecen inmóviles, mientras que otros giran.
En la psique azteca, el destino del alma no se dejaba al azar, sino que dependía de la propia muerte. Aquellos que murieron en batalla o en la piedra de sacrificio, viajaban durante cuatro años al lado del Sol mientras la brillante estrella se abría camino a través de los cielos, después de lo cual volverían como colibríes o picaflores.
En una atmósfera eléctrica y urbana, cinco artistas caen y saltan a través de las formas, a veces los pies primero, a veces hacia atrás, a veces doblados por la mitad, incluso añadiendo movimientos de breakdance y hip-hop.